THE GARAGE OF THE BASS VALLEY

Cuando empecé en febrero de 2019 la experiencia de narrar mi vivencia personal de los eventos a los que asistía como público, mi idea inicial era centrarme en noches o fiestas concretas. No me había planeado hablar de localizaciones ni de promotores específicamente. Sin embargo, una localización concreta me hizo reflexionar sobre ello, después de varios eventos vividos allí en los meses anteriores de ponerme frente a la hoja en blanco. Pensé: “Si hay una localización que le da buena presencia al evento potenciando el sabor, debería formar parte de mis crónicas”.

Precisamente esta crónica que tienes delante es para una de esas localizaciones, que en mi opinión ha conseguido diferenciarse de manera cualitativa de muchas de las salas a las que suelo asistir en Barcelona. 

Primero de todo, voy a ponerte en situación. Las localizaciones habituales en Barcelona suelen estar en la gran urbe, sobre todo en zonas céntricas de la ciudad. Cuando el evento al que vas a asistir está en el extrarradio puedes experimentar un amplio abanico de reacciones. Emoción, intriga, escepticismo, pereza. Ese viaje sencillo de transporte público o la carrera de taxi actúan como un filtro natural. Yo soy “chica de extrarradio”  y el universo ha puesto este lugar a escasos 5 minutos andando de mi casa. A 550 metros exactamente, según Google Maps 😉

Una Rambla desierta y con brisa fresquita.  Una esquina entre  naves industriales. Un pasaje, entre una gasolinera y un bar de polígono llamado paradójicamente “Bar Industrial”. ¿Guiño del destino? ¿Simple casualidad? 

De entre las puertas enormes que hay en este pasaje de ladrillo visto, mis ojos curiosos destacaron dos, situadas a escasos metros de distancia. La primera, la de un Centro Católico. La segunda, The Garage of the Bass Valley. Otro guiño: Cada cual celebra su “religión” a su manera. 

En la entrada percibí algo diferente desde el primer día, y sigue siendo así. 

Gente cercana y sonriente, a la par que profesional. De momento todo son gratas sorpresas, pero la más grande viene dentro, con la explosión de sonido de la sala. Alucinante. No puedo decir más, solo te invito a que te acerques a comprobarlo por ti mismo cuando sea posible. 

A nivel de distribución, sala cuadrada, ni muy pequeña ni muy grande, acogedora, que recuerda a una sala de conciertos. No sé tú, pero yo cada vez huyo más de los espacios grandes e impersonales, y me siento más cómoda en este tipo de sitios, más pequeños, íntimos y personales. 

Una peculiaridad, y en mi opinión la característica diferenciadora principal, es que forma parte un proyecto más amplio, un centro que ofrece formación musical especializada, con cursos de Dj y Producción Musical. En la planta de arriba son los mismos formadores profesionales que abajo, con los pies más cerca del suelo, te hacen volar con su arte. 

En mi opinión, el proyecto es una maravilla, tanto a nivel conceptual como práctico. La oferta musical es variada y ecléctica, con propuestas de diferentes “palos” de electrónica y de actuaciones en directo. 

Mi vivencia en los diferentes eventos a los que he asistido en este espacio ha sido una mezcla de flipe por el sonido, por la puesta en escena, por el público…

Tanto a nivel de programación como de organización, desde mi punto de vista, se le está dando importancia no solo al sabor, sino también a la presencia, como si de un plato de alta cocina habláramos. Llego a este lugar y me apetece disfrutar de lo que me están presentando en su plato en todas las ocasiones que me he sentado en su mesa. 

Solo decir que no hay nada más agradecido que un comensal satisfecho, por que repite tantas veces como puede. 

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